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EL ÚLTIMO VÍNCULO ENTRE EL HOMBRE Y LA NATURALEZA

Por Eduardo Olaechea

“Cazo porque mi padre cazaba y me llevó con él, y creamos un vinculo que aun aprecio. Y porque su padre cazaba, y el padre de su padre, y todos los padres en mi línea y la tuya, tan atrás como esos padres que inventaron las espadas y las hachas, y grabaron

Uno de los argumentos más comunes que buscan atentar en contra de los derechos de los cazadores es que la cacería deportiva no es necesaria o viable en tiempos modernos. Un fundamento errado sin necesidad de mayor análisis; el ser humano es resultado de la evolución de su naturaleza predadora. Fuimos cazadores antes que agricultores; la adaptación de nuestras mandíbulas y dentaduras, el tener un tracto digestivo corto que permita digerir proteínas densas provenientes de la carne y que destine más energía directamente al cerebro, el ser provistos de ojos dispuestos frontalmente, a diferencia de los herbívoros, son producto de la evolución de nuestra especie, que ha perdurado en el planeta cazando, y que nos posicionó en la cima de la cadena trófica hasta el día de hoy. Pero estas son solo características manifestadas -o fenotípicas- de nuestra carga genética, ya que para ser cazador hay que tener la capacidad y la necesidad de cazar, que también representan parte de nuestra herencia genética, y que es esencial para la continuidad de nuestra especie.

Es cierto que podemos comprar carne en un supermercado y que, probablemente ningún cazador deportivo se alimente actualmente solo de carne de monte como fuente de proteína; tan cierto como que la necesidad por cazar está impresa en nuestro ADN y nos permite ser completamente quienes somos. Pero también es cierto que los métodos de domesticación, selección y producción alimentaria que hemos desarrollado no pueden ser totalmente orgánicos o sostenibles y a la vez satisfacer la demanda alimenticia de la población actual, pero la creciente tendencia por consumir alimentos naturales u orgánicos que contribuyan a una buena alimentación, está logrando que la carne de caza, que representa una fuente de proteína completamente sana y natural, con bajos contenidos de grasas saturadas, y no contaminada por hormonas, antibióticos o alimentos tratados con pesticidas, goce de gran demanda.  

Pero tal vez el fundamento más gravitante para demostrar la importancia de la caza deportiva en estos tiempos es la posibilidad de destinar áreas salvajes como un recurso natural que pueda ser aprovechado económicamente y de manera sostenible, que de no ser así correrían el riesgo de perderse para ser aprovechadas de otras formas que atentarían contra su preservación.

De esta manera, los cazadores deportivos y sus aportes a través de licencias e impuestos están permitiendo la continuidad de estas áreas naturales… Muchas comunidades olvidadas de nuestro país cuentan con zonas aptas para la práctica de actividades como la caza y pesca deportiva, cuyo aprovechamiento sostenible contribuye con la descentralización, el desarrollo del turismo interno y la conservación de su entorno natural.

Otra noción relacionada con la actividad cinegética y la pesca deportiva es que solo algunos pocos privilegiados o gente de campo la practican. Si bien la caza puede ser considerada un privilegio, la necesidad por cazar no lo es, por eso las prohibiciones, restricciones y barreras generan solo el cambio de titulo de cazador deportivo por cazador furtivo. Lo cierto es que un gran porcentaje de cazadores viven en las ciudades pero tienen la necesidad por salir al campo recurrentemente. Lamentablemente solo algunos países desarrollados cuentan con estadísticas que permitan conocer el crecimiento de esta afición. En los EEUU se estima que existen más de 22 millones de aficionados a la caza y pesca deportiva, y que el segmento que porcentualmente viene creciendo más es el femenino, aunque sigan siendo actividades predominantemente masculinas, debido a que las tendencias por estilos de vida más saludables y naturales, a la necesidad de conectarse con la naturaleza y a la búsqueda de experiencias autenticas de aventura, trascienden al género.

Los cazadores tienen ventaja sobre los animales que cazan… Si fuera cierta esta premisa, las salidas de caza serian muy parecidas a visitar un matadero. Lo cierto es que hay muchos factores variables que hacen de la caza un albur. El cazador debe desarrollar una serie de habilidades y técnicas para lograr su cometido, conocer las formas de la naturaleza, la geografía, el clima, la conducta de la presa y cómo diversos factores se relacionan entre si, por supuesto siempre influenciados por la suerte. Además, la presa, en su mayoría herbívoros, viven en constante estado de alerta, y son también el resultado de siglos de evolución en los que solo los más aptos han logrado sobrevivir en un entorno donde naturalmente siempre han sido presas.


El cazador deportivo siempre buscará el “fair chase”, las regulaciones y normas también son desarrolladas para asegurar una caza justa. Así, por ejemplo en los reglamentos del calendario de caza y pesca deportiva, está prohibido el uso de lámparas para cazar de noche o  de explosivos para pescar, prácticas que desvirtúan su verdadera esencia, que va más allá de la culminación del propósito y que solo lo entiende quien realmente experimenta este vínculo con la naturaleza. Si bien el uso de armas podría ser argumentado, desde la prehistoria el hombre siempre se valió de herramientas para cazar o pescar, que no es lo mismo que el uso de técnicas para eliminar muchos animales. El uso de armas no desestima de manera alguna el esfuerzo y las técnicas requeridas para cobrar una pieza de manera justa. Es más, el cazador responsable buscará usar el arma más efectiva para cobrar una pieza de la manera más rápida y humanamente posible, causando el menor dolor al animal y sin desvirtuar el reto.  

Asociar al cazador o al pescador deportivo con un ser de maliciosas intenciones por la crueldad e inhumanidad cometida al asesinar inocentes animalitos es ignorante a la realidad de que el cazador es quien más se preocupa en cuidar celosamente la fauna y el entorno natural, de tal manera que la caza siempre perdure.

Cazar un trofeo no es cazar por carne sino por diversión y ego… Un cazador selectivo probablemente regrese a casa muchas veces con las manos vacías, por más que la escasez, que desde siempre ha sido una constante en la caza, genere tentaciones, pero sobre todo ante la dificultad para encontrar el ejemplar que busca; de ahí el dicho “así es la cacería”, comentado por no pocos al regresar de una partida con las manos vacías.

Por lo general un buen trofeo es un espécimen maduro y difícil de encontrar en una población, que muy probablemente se haya reproducido y dejado su semilla que se manifestará en futuras generaciones, y al que sólo le queda envejecer y seguir siendo presa, porque “en la naturaleza nadie se muere de viejo”, y colectar un trofeo puede suponer dejar espacio a otros miembros de la especie para mejorar el intercambio genético y reducir la presión por alimentación en la zona, siendo el cazador el responsable de esta función en la naturaleza, si se concibe la caza deportiva como una forma sostenible de aprovechamiento de especies cinegéticas como recurso natural, y la caza de un trofeo como la forma más pura de este concepto.

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